sábado, 14 de agosto de 2010

Días de veranao, días de playa

La enorme esfera dorada pintada en una hermosa y despejada bóveda celeste, calentaba con más fuerza que nunca, era uno de los días más calurosos del verano. El roce de la ardiente arena en la planta de los pies se asemejaba a la sensación de los más valientes que se atrevían a cruzar las cenizas en la noche de San Juan. El sonido de las olas al chocar contra las rocas encarnaban cada una de mis malas experiencias y el aroma del mar me provocaba una agradable sensación de plenitud y libertad. Dicen que la música amansa a las betias, para mi la playa era esa droga que me tranquiliza y me dejaba pensar con claridad.

De Sabina a tus brazos.

Era un pueblo con mar una noche, después de un concierto. tu reinabas detras de la barra del unico bar que vimos abierto. Yo no quiero que viajes al pasado y vuelvas del mercado con ganas de llorar. De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera.Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid. Si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy, vivo en el número siete, calle Melancolía, quiero mudarme hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía y en la escalera me siento a silbar mi melodía. Como otras parejas tuvimos historias de celos, historias de gritos y besos, de azúcar y sal, apenas llegó se instaló para siempre en mi vida no hay nada mejor que encontrar un amor a medida.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.