sábado, 27 de febrero de 2010

Hoy paseaba por la calle, distraída, mirando al infinito y sin un pensamiento definido, cuando algo llamo mi atención, algo no muy agradable la verdad. Era un hombre gritándole a una mujer, no importa la relación que estos tuviesen, no parecia una conversación entre personas. En una discursión parece que se quedó la cosa por lo menos la parte que me tocó ver, pero en realidad algo me hizo intuir que no seria así. Esto me dio que pensar mientras caminaba por la cera rumbo a la universidad en un tema tan escabroso como el de la violencia, ya no en lo referente al maltrato femenino sino a todo lo que esta palabra puede abarcar. De repente toda la rabia que tenia guardada para mí salió como si de un volcán en erupción se tratase y ello es lo que me ha llevado a escribir estas líneas con las que se supone que me tengo que conformar. No entiendo el concepto de superioridad de unos e inferioridad de otros, todos dice la Declaración de los Derechos Humanos somos iguales: niños que mayores, hombre que mujeres, blancos que negros, animales que personas...no hay distinción alguna pues somos seres vivos. Esta mezcla de sentimientos que estalló en mi interior me hizo recapacitar sobre otro tema: las drogas. Como puede haber gente que consuma drogas que aumentan la agresividad, cambian el carácter y a veces hasta las consecuencias de estas asustan. El mundo definitivamente se ha vuelto loco...no se que será lo próximo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Era un lugar extraño, alejado de la realidad, las paredes desteñidas dibujaban la tristeza del rostro de sus visitantes que alli iban a llorar sus penas, la verdad es que nunca me habia sentido tan bien como en aquel sitio, parecia como si alguien rodeara mi cuerpo protejiendolo del peligro. Con mi copa ya desgastada en la mano reprochabale al camarero todas mis malas patas, él sin embargo a pesar de no quedarle más remedio que esconderse tras la barra parecia agradarle mi presencia o a lo mejor tenia cierta envidia de no poder ahogar en alcohol aquella desgraciada vida. No comprendo porque ese lugar conseguia atraer a tanta mala gente, a la peor diría yo y porque me encontraba entre ellos, lo cierto es que me encontraba agusto.
La sucia pared desconchada hacia las veces de respaldo y conseguía que lo que había a mi alrededor dejara de moverse sin sentido. A pesar de las horas mi cabeza seguía sin reaccionar y en el mismo pensamiento anclada intentaba evadir la triste realidad que era dolorosa, amarga y con un ligero sabor a whisky. No debia ser dueño de mi cuerpo porque mis sentimientos no se correspondían con mis palabras, ni con mis gestos, los pies me guiaban a un camino equivocado, llano, facil de andar, sin embargo no quería eso, ahora preferia un sendero escarpado, lleno de dificultades y aunque no estuviese preparado para luchar quería arriesgarme.
Esta era mi mayor angustia: un quiero y no puedo, ¿cuando tendre el valor para dar el paso?
Mi familia me odia, he dejado de amar a mi esposa y ahora estoy enamorado de una copa llena de un líquido que parece suavizar mi condena. Tengo miedo o frío no lo se, el caso es que ahora ya no me encuentro demasiado bien....quizá sea el aire que choca con mi cara a toda velocidad, que extraña sensación, quién me iba a decir que esto era tan fácil y a la vez tan penoso.
De repente se oye un pitido constante y molesto. Ya no hay vuelta atrás.